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Nacimiento Humanizado

Lo que románticamente se ha considerado el momento culminante para conocer al bebé idealmente gestado por nueve meses en el vientre, también puede ser el momento de mayor tensión.

Según el Informe de Salud en el Mundo emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2005: “Tanto para las madres como para los niños, el parto puede ser el momento más peligroso de la vida. La mayoría de las defunciones y discapacidades atribuibles al parto son evitables, dado que las soluciones médicas son bien conocidas y una atención profesional inmediata y eficaz durante el trabajo de parto y después de éste puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte tanto para la mujer como para el recién nacido. Todas y cada una de las madres y todos y cada uno de los recién nacidos necesitan atención materna y neonatal calificada proporcionada por profesionales durante y después del parto: una atención cercana a los lugares en que vive la gente y a sus formas de vida, cercana a sus tradiciones en torno al parto, pero al mismo tiempo segura, con profesionales bien preparados capaces de actuar inmediatamente cuando surjan complicaciones impredecibles. El reto pendiente, por tanto, no es tecnológico, sino estratégico y organizacional”.

Los elementos indispensables en un parto son tiempo, paciencia, intimidad, libertad de movimiento y un acompañamiento amoroso. Necesitamos redefinir el rol del médico: convertirse en un observador discreto y respetuoso de las necesidades de la mujer, e intervenir solo si algo conllevara peligro para la madre o el bebe.

Parir y nacer son momentos únicos e irrepetibles de nuestras vidas. El parto es mucho más que un mero evento fisiológico donde se ponen en marcha una serie de hormonas y órganos; es probablemente el momento más trascendental, intenso y maravilloso para una mujer, es el pasaje de un estado a otro, es el inicio de una vida, el descubrimiento del enorme poder que tenemos dentro las mujeres; es, sin dudas, un antes y un después en la vida de esa mujer, de su pareja y de ese ser humano que nace. Y es, por sobre todas las cosas, un evento natural, saludable y seguro.

Está comprobado que la manera de nacer determina factores esenciales de nuestras vidas. Si ese bebe que nace recibe comprensión, compañía, afecto, si siente que le han transmitido respeto y amor, serán estos valores aprendidos, los que el bebé, algún día adulto, será capaz de transmitir a la sociedad. Y la mujer, por su parte, descubrirá que tiene dentro de ella un poder inigualable que le permitirá transitar el resto de su vida con su confianza y autoestima inmensamente fortalecidas.

La humanización del parto y nacimiento es un movimiento mundial que está obteniendo el reconocimiento de cada vez más personas en el mundo. Se basa en el respeto a los Derechos Humanos, el propósito es promover la normalidad, lo fisiológico, seguro, saludable y trascendente para el que las mujeres están innatamente preparadas. Y tener derecho a:

  • que no la consideren una enferma.
  • pedir la participación de su pareja.
  • tener miedo.
  • elegir.
  • sentirse dueña de su cuerpo.
  • no someterse a rutinas médicas innecesarias.
  • sentir placer y a sentir dolor.
  • expresarse según su necesidad.
  • al vínculo inmediato con su hijo.
  • al buen trato.
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¿Cómo es un parto humanizado?

Un parto humanizado es aquel en que se toman en consideración como prioridad los deseos de la mujer y no los del médico. Se atienden hasta en lo más mínimo sus necesidades y se respetan sus derechos. Se le estimula a confiar en ella misma y en su intuición. No se le trata como a un simple objeto de trabajo ni como a una persona ignorante que no sabrá que hacer si no se le está orientando. Se le apoya en sus decisiones y se le brinda consuelo y apoyo permanente. Se le permite la compañía de quien ella decida, su pareja, su Doula, sus familiares o la persona de confianza que ella decida.

Este lugar deberá tener luz tenue y estar aislado de ruidos y presiones externas. La presencia del médico será solo para dar seguridad y tranquilidad por si algo se complica. Su intervención en el parto es mínima, y eso significa que solo se realizarán los tactos vaginales que sean estrictamente necesarios, no se realizaran procedimientos médicos o de enfermería de manera rutinaria (como la aplicación de enemas o rasurar los genitales), y menos con el simple afán de acelerar el parto (como la ruptura artificial de las membranas (amniotomía) o el uso de oxitocina endovenosa). La mujer debe tener libertad para moverse como ella lo desee en todo momento durante su parto, para hacer ejercicio, para bailar, para hacer las expresiones orales y corporales que ella desee o requiera, puede reír, llorar o gritar sin que nadie la juzgue o limite. No se le aplicarán soluciones intravenosas ya que estas limitan su movilidad. Ella puede comer y tomar todos los líquidos que quiera para mantenerse hidratada y con energía suficiente. La monitorización fetal se llevará a cabo de manera intermitente, y no está justificado el uso de monitorización electrónica continua, que también condena a la mujer a permanecer acostada durante todo el parto y es fuente de miedos, en médicos y pacientes o sus familiares por inadecuadas (erróneas o exageradas) interpretaciones de los registros, lo que lleva a la realización de cesáreas en realidad no requeridas. Se le permitirá el uso de medidas alternativas para el manejo del dolor y de las incomodidades que el parto causa, como son la aromaterapia, musicoterapia, yoga, masajes o el uso del agua en forma de duchas calientes, o la inmersión de manera intermitente en una tina con agua caliente. La mujer debe tener la seguridad y tranquilidad de que sus deseos siempre serán prioritarios y que siempre se hará lo que ella desee, incluso en relación a su solicitud de usar analgesia epidural o en cuanto a la manera de terminar su parto, que no debe temer al “que dirán” o que alguien la critique por las decisiones que tome, pues solo ella sabe lo que está viviendo y sintiendo. Debe entender que no está quedando bien con nadie más que con ella y su muy particular naturaleza. Un parto requiere tiempo, paciencia y paz. Una persona con prisas y otras cosas que hacer no es la mejor compañía para una mujer pariendo. Cuando el momento del nacimiento ha llegado, ella puede elegir donde quiere que se lleve a cabo este evento y puede adoptar la posición que más le agrade para parir (hincada, en cuclillas, de pie, de lado, en cuatro puntos, etc.). Puede ser en la cama, en el piso, en la silla, en el baño, donde ella lo decida y se sienta cómoda y confiada, incluso dentro del agua de la tina. Las posiciones que prefieren la mayoría son las verticales. La posición tumbada boca arriba es poco elegida por la mujer que está pariendo. La mencionan como incómoda y dolorosa. Es considerada como anti-fisiológica, ya que disminuye el espacio por donde deberá pasar el feto al nacer. Nadie tiene que estarla apurando para que puje a determinado ritmo o de determinada forma. Se le debe respetar su propio “reflejo de eyección materno fetal”, el cual se presentará en el momento que debe ser. Al respetar el ritmo de pujo de la madre y evitar la salida brusca de la cabeza fetal permitimos que la vagina, vulva y periné se distiendan de manera gradual, con lo que evitamos de gran manera los desgarros perineales importantes. No se deben realizar episiotomías (corte de los genitales que se realiza con el afán de aumentar el espacio por donde pasará la cabeza fetal y con el supuesto objetivo de evitar desgarros del periné) de manera rutinaria.

Ventajas para el recién nacido

El llamado “parto normal” como es concebido en la actualidad es un evento violento que tampoco toma en consideración las necesidades del recién nacido. La recepción de ese nuevo ser está plagada al igual que el parto de gran cantidad de procedimientos a cual más de innecesarios, que se hacen también en un afán de justificar la presencia de un médico en el acto. Yo estoy plenamente convencido de que un recién nacido sano no requiere ningún procedimiento de “reanimación neonatal”. También estoy convencido de que somos como nacemos, y si nacemos en un acto violento y sin respeto, no debería extrañarnos que formemos sociedades violentas y sin respeto.

Un parto humanizado, es un parto suave y respetado en el que se consideran también las necesidades de amor y respeto del recién nacido. El bebé nace en un ambiente cálido y húmedo, muy similar a aquel en el que estuvo por nueve meses. Evitamos que sienta frío y se le consuela cariñosamente. Una vez que se ha dado el nacimiento, no corre ninguna prisa por cortar el cordón umbilical. A través de él, la madre sigue proporcionando oxigenación a su hijo. La transición a respiración pulmonar se va dando de manera lenta y gradual, y el mito de que el bebé debe llorar y gritar al nacer no tiene fundamento. Las luces son tenues y bajas, lo mismo que los ruidos, para no espantarlo y para que sus ojos y oídos se acostumbren también de manera lenta y gradual a los nuevos estímulos que recibe. El bebé escucha a su madre que le prodiga amor, besos y caricias, se huelen y reconocen mutuamente, el pequeño observa a sus padres y siente el calor y la seguridad que le proporciona estar en el pecho de su madre, sintiendo su abrazo y su piel. Una vez que el cordón umbilical ha dejado de latir, y el recién nacido estableció su respiración pulmonar, el cordón puede ser cortado, el vínculo físico con la madre termina, dándole paso a un vínculo emocional más fuerte, el amor entre madre, padre e hijo.